Canción de amor
Ven,
canción de amor,
desde
el corazón de los elementos
sobre
el ala de la tormenta
con
el aullido de la tempestad,
ven desde los abismos de la noche,
a
caballo sobre los torbellinos
con
el hervor de las aguas profundas,
que te llevan los pastores del aire
en
tropeles de estrellas
ladradas por el trueno.
Ven,
torbellino de fantasmas,
carro
de nubes
fustigado
por el relámpago
roto
sobre el espinazo
de
las tinieblas.
Ven,
toro del crepúsculo
rasgado por el diente de la luna,
hoz
surgida de las encías del celo.
Ven,
conmoción
de la aurora
con
la aureola del sol sobre la cabeza,
despierta
al
nenúfar del lago,
la
tórtola en el nido,
la
voz de la fábrica en su pecho de metal,
el
niño en los brazos del sueño,
desliga a los borrachos de las heces del vino,
las
enamoradas de los enlazamientos de la carne,
las
abejas
del
calor del panal.
Ven
sobre mil senderos,
nieves
fundidas,
lluvias
mezcladas de sol,
hierbas
invasoras, esplendor de los campos,
hojas
caídas,
racimos
vendimiados, aplastados en el lagar,
balbuceo
del mosto en los toneles,
y
cristalízate de un golpe
en
tres palabras
murmuradas
por el hombre al oído de la amada,
envueltas
en el beso,
apenas
comprendidas,
frágiles
y cálidas:
Estoy
cerca de ti.
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