Lo imprevisto
Señor
nunca me des lo que te pida.
Me
encanta lo imprevisto, lo que baja
de
tus rubias estrellas; que la vlda
me
presente de golpe la baraja
contra
que he de jugar. Quiero el asombro
de
ir silencioso por mi calle oscura,
sentir
que me golpean en el hombro,
volverme,
y ver la faz de la aventura.
Quiero
ignorar en dónde y de qué modo
encontraré
la muerte. Sorprendida,
sepa
el alma a la vuelta de un recodo,
que
un paso atrás se le quedó la vida.
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